Hoy, ya solos, sin ayuda de agricultores, María, Inma y yo, y por supuesto los más pequeños del colegio, hicimos los surcos en las otras dos hileras, y organizamos a los niñ@s para que escondieran en la tierra las semillitas de acelgas, lechugas y zanahorias. Después las taparon para protegerlas de los malos vientos y por último, entre todos, con la ayuda de una regadera de las de toda la vida, empapamos la tierra de agua para que las semillas empiecen a sentirse cómodas.
¡Qué sencillo todo, y qué hermoso al mismo tiempo¡
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