domingo, 26 de mayo de 2013

LOS TRES CIEGOS Y EL ELEFANTE

Dícese de tres hombres ciegos de nacimiento, que discutían sobre los elefantes. Llegando a la conclusión de que poco sabían sobre el tema, resolvieron acercarse a un elefante para investigar , y luego reunirse a compartir sus observaciones, por lo que pidieron a otras personas que los acercaran a algún elefante.
El primero de los ciegos quedó al lado de la pata de un elefante; el segundo, cerca de la trompa; y el tercero, en la parte de atrás. Y los tres se dedicaron a estudiar su elefante con los sentidos de que disponían.
Una vez que los tres llegaron a su propia conclusión, se volvieron a reunir para compartir sus experiencias:
-El elefante es como una gran columna rugosa, maciza, inamovible, que nace del suelo y se eleva, -dijo el primero de los ciegos.
-¡De ninguna manera! -le interrumpió el segundo- De cierto y por mis observaciones puedo decir que el elefante es un tubo flexible que en uno de sus extremos es húmedo.
-¡No discutan! Sin lugar a dudas es el elefante una masa gigantesca y rugosa, sostenida sobre dos columnas que se mueven, y que en la parte superior tiene una soga que se mueve como un látigo".
Si, por simple afinidad, nos dedicáramos al estudio de algunos de estos cuatro pilares, despreciando a los demás, siempre estaríamos corriendo el riesgo de estar en el papel de uno de los tres ciegos de la historia, muy convencidos de nuestras experiencias y conocimientos, pero viendo sólo un aspecto de la realidad.
Conocerse a sí mismo Estudiar EL VERDADERO CONOCIMIENTO no es estudiar un libro, sino estudiar al hombre. El fundamento vivo de ése CONOCIMIENTO está descrito claramente en la inscripción que figuraba a la entrada del Oráculo de la isla griega de Delfos, que decía:
"Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y los Dioses".
Existen en el ser humano una gran cantidad de facultades y posibilidades latentes, que al desarrollarse nos permiten conocer profundamente la realidad de cualquier fenómeno. Ese Conocimiento afirma que el hombre no sólo está constituido por cuerpo y mente, sino que también tiene una inteligencia natural denominada Conciencia, la cual existe en toda la naturaleza, constituyendo la esencia oculta de las cosas, la vida en sí misma.
Es esta conciencia la que dirige en la naturaleza el complejo mecanismo con el cual se desarrolla la vida, que deja de ser un fenómeno nacido del azar, para ser un proceso dirigido por la inteligencia de la naturaleza.
Desarrollando y despertando la conciencia, que es esa fracción de inteligencia superior (o nous, en griego), el ser humano puede conocer la realidad de cualquier fenómeno en forma directa, ya que su propia conciencia puede comunicarse con la esencia de las cosas. A este fenómeno se le denomina comprensión.
La comprensión no es un proceso mental, está más allá del proceso razonativo de la tesis y la antítesis. La mente analiza y da nombres a los fenómenos, lo normal es que la mente "quiere descubrir, ver en todo fenómeno natural sus propios prejuicios, conceptos, preconceptos, opiniones y teorías. Nadie sabe ser receptivo, ver lo nuevo con mente limpia y espontánea. Que los fenómenos le hablen al sabio sería lo indicado. Desafortunadamente, los sabios de estos tiempos no saben ver los fenómenos, sólo quieren ver en los mismos la confirmación de todos sus preconceptos".

Distribución: Sentados en círculo.

Material: Hojas de árboles, papeles, lápices y soporte para apoyarse,




vendas para los ojos.
 
 
Descripción: Todos en círculo, con los ojos vendados, recibimos cada




uno una hoja igual de un mismo árbol. Hay que reconocerla sin verla

(bordes, venas, forma...). Después se guardan, nos quitamos las vendas

y la dibujamos tal y como creemos que es. Comparar, una vez terminado,

con la original, y ver si nos hemos aproximado. Podemos volver a pintarla,

esta vez viéndola. Hay que intentar ser lo más detallista posible. Se

puede repetir con otras hojas
 
 

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