domingo, 23 de octubre de 2011

Cuentos para tod@s

La pelota de trapo


Cuando fuimos a la tienda de deportes y nos paramos en la puerta yo no lo podía creer… tantas cosas referentes al fútbol, tantas camisetas, que por ahí no eran muchas, pero para mí, era un paraíso; yo tendría seis años o algo así y nunca había tenido ni siquiera un par de medias referentes a algún equipo…

En esa época el campito era una fiesta si alguien conseguía, algún esporádico día, una pelota de goma de aquellas… ¿se acuerdan?, la mayoría de las veces jugábamos con las bolsas de la basura… les poníamos diarios, que recolectábamos de todos los chicos del barrio y no sabes… hasta que alguno le daba un patadón, la rompía y se le empezaban a salir los diarios; y… al principio teníamos que suspender los partidos… pero después nos avivamos y nos llevábamos bolsas y diarios de repuestos… que locura aquello y no sabes como la pasábamos, era el momento del día que uno necesitaba como el agua para sobrevivir…

Ese día me acuerdo yo cumplía seis años… ¿sabes porque me acuerdo? porque la abuela pocha me decía que ya era mayorcito, jeje; y mi viejo me dijo que me iba a comprar un regalo de cumpleaños y que iban a ser unas medias de fútbol, después, volviendo a casa, me enteré que fueron las medias porque era lo único que te podías permitir, imagínate, si vivíamos en una casita que cuando llovía había más agua adentro que afuera… pero a mí no me importaba, yo era feliz, y más esos domingos que me sentaba a tu lado para escuchar los partidos por radio nacional… era el mejor momento de la semana sin duda. Cuando salí de la tienda no pude evitar que una lágrima se me escapara por el ojo izquierdo, entonces salí corriendo para mostrarles a los chicos mi regalo de cumpleaños… mi primer regalo de cumpleaños, sin duda el regalo más bonito que jamás había recibido…

A las dos semanas de aquel extraordinario día, estábamos jugando en el campito de Doña Clotilde y uno de los chicos le pegó a la “pelota” con la punta de la zapatilla que tenía agujereada y podes creer que la bolsa y los diarios se desparramaron por toda la cancha… cuando le miramos la punta del pie… tenía las uñas que parecía el tigre del circo que se había ido del pueblo la semana pasada… ¿para qué?… lo empezamos a cargar con que no se cortaba las uñas y todo eso, vos sabes que los niños cuando quieren son muy crueles… demás está decir que Juancito, era muy pobre, como todos… y se puso a llorar desconsoladamente… no lo podíamos parar, intentábamos pedirle perdón pero estaba desolado, entonces me fui atrás del arco y fabrique otra pelota… agarre la bolsa, le puse el diario… y pensé que seguramente pasaría lo mismo, entonces en un acto que hasta hoy me pregunto porque lo hice tan instintivamente, me saque la media que me había regalado mi viejo, la del pie izquierdo, la llene con diarios y ahí nació para nosotros la pelota que nos acompañaría durante toda esa infinita tarde futbolera… “la pelota de trapo”, ¿sabes cómo jugamos ese día?, parecía que jugábamos mejor y todo, lo chicos se animaban a pisarla y la pasábamos mas entre nosotros… fue inolvidable, cuando terminamos me di cuenta que la media estaba rota, ¿cómo le explicaba ahora esto a mi papá?
De camino a casa iba pensando… ¿qué le decía a mi viejo?, pensaba que me iba a castigar porque había usado aquel regalo para el que él había ahorrado y había puesto tanto cariño… cuando le conté como habían sucedido las cosas… me miro fijo y con un gesto sobrio y pasional… me pidió que lo acompañara a mi habitación… yo, que en ese momento sentía que se me venía el mundo encima, agache la cabeza y lo seguí desconsolado, esperando el castigo inminente… cuando llegamos a la puerta de la habitación… me dijo con tono suave y cariñoso… “ hijo estoy orgulloso del acto que has tenido hoy con Juancito y con todos tus amigos, les has demostrado a ellos y a ti mismo, que tu pasión por el fútbol y la amistad va más allá de todo lo imaginable, espero que este momento lo recuerdes para toda tu vida y te sirva en momentos en que la vida te plantee situaciones parecidas, eres pequeño, pero con el tiempo entenderás que lo que has hecho hoy es algo que siempre llevarás en el corazón… tanto tú como todos tus amigos… ahora entra a tu habitación y mira encima de la cama… hay algo que te espera”

Ante mi perplejidad por aquella situación y la sorpresa de haber escuchado a aquel hombre tan rígido y firme hablarme con tanta suavidad y tanto cariño, entre en mi habitación… y encima de la cama me encontré con mi verdadero regalo de cumpleaños… ¡la pelota de futbol más linda que había visto en mi vida!

Mario Meriano

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